En las devastadas llanuras de Anthrand, el Mayor Pious
Korren y su tripulación se han ganado un lugar en los anales de la historia
oficial de Armageddon. El santo de hierro estaba reabasteciéndose de combustible y provisiones en la base logística
al sur de la línea de defensa de la ciénaga mortal cuando los orkos lanzaron un
ataque blindado desde un punto inesperado. Una peña de pizoteadores y docenas
de karros de guerra atacaron por el norte hacia el flanco más indefenso del
imperio, y Korren se dio cuenta de que era el único que podía impedir un desastre sin precedentes. Como sabía
que no disponía de tiempo para esperar la llegada de refuerzos, Korren estableció
una ruta directa hacia la columna blindada orka divisando a los Karros de
guerra mientras se ponía el sol.
Durante las ocho horas siguientes el solitario shadowsword
se enfrasco uno a uno a los vehículos de la fuerza orka, disparando con sus
luces infrarrojas antes de moverse, localizar otro objetivo y disparar de
nuevo. Un disparo incandescente tras otro resplandecía en la obscuridad y destruía
uno a uno a los enemigos orkos. Poco después, el artillero ya no tuvo necesidad
de usar las luces infrarrojas, pues el brillo de los vehículos ardiendo
iluminaba el campo de batalla hasta el punto el punto en el que podía disparar
con las mirillas abiertas.
Al amanecer, la llanura estaba cubierta de los restos
ennegrecidos de pizoteadores y karros de guerra, dispersos por un area de varios
centenares de kilómetros. Korren recibió toda clase de insignias y fue
declarado el mejor comandante de tanques de la legión de acero de todos los
tiempos.
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