Al golpear la tierra agrietada las botas de los fusileros levantan pequeñas nubes de polvo serpenteantes. Miles de fusileros cardelianos atraviesan los páramos centrales de Aria IV para reunirse frente a la ciudad amurallada de Manzinquert recientemente conquistada por los tau de O’shova.
Estos tau son los rebeldes de un imperio más grande y con sus tanques Hammerhead y sus legiones de disciplinados tiradores pueden hacer pedazos a los fusileros de la infantería ligera cardeliana. Pero un giro imprevisto de la situación ha mejorado mucho las posibilidades de victoria de los cardelianos.
La traición y el engaño minan por dentro al ejército tau. Un día deserta una banda de Mercenarios Kroot. Otro día el segundo comandante del ejército dirige una conspiración contra el comandante general.
Si los cardelianos logran que las divididas facciones se enfrenten al ejército tau podrán vencer a un enemigo mejor entrenado y equipado.
Mientras era de noche el ejército tau podía hacer retroceder a los cardelianos hasta sus campamentos, pero cuando amanecía sobre Aria IV los cardelianos hostigaban a las tropas pesadas tau cuando se retiraban a Manzinquert.
Cuando ya no pudieron resistir más esta tormenta los flancos tau huyeron en desbandada y los carabineros cardelianos se aprestaron a lanzar un ataque mortal.
La batalla de Manzinquert no se perdió porque los soldados o jefes lucharan mal, sino porque la traición habitaba entre ellos, el engaño desbarato la cadena de mando del ejército tau, mientras las facciones se disputaban el mando de la flota, traicionando a las fuerzas que luchaban en el frente.
Los tau prosiguieron en Aria IV otros cuatro años pero solo como una sombra de su fuerza anterior.
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