Era imposible imaginar que el mundo pudiera terminar en una tarde tan preciosa de otoño, sin embargo la tormenta de los eldars seguía asolando Aria II, dejando a su paso ciudades conquistadas y ejércitos destrozados y aturdidos, los eldar atacando con la velocidad del rayo, irrumpieron en la ciudad de Nimia y luego en Bádel, por lo que era muy poco lo que quedaba de defender del territorio cardeliano.
Sin embargo Helena reunió al desalentado ejercito cardeliano para ofrecer una última resistencia en la ciudad de Abriñon.
Las tropas eldars las más bellas y veloces empezaron a chapotear por el rio Vien, Los carabineros y fusileros de Helena, que caminaban penosamente bajo el peso de sus armas y corazas de acero, se esforzaban por interponerse entre los eldars y la ciudad de Abriñon.
Las aves de carroña anticipando la carnicería trazaban círculos en el aire, el resto del imperio observaba con inquietud, pues era el punto culminante de la invasión eldar y la ultima defensa de imperio humano.
El alma del ejercito de Helena eran sus carabineros pero Helena sabia que bajo el peso de sus armas y armaduras, la caballería no podría competir contra con la rapidez de los eldar, por lo tanto ordeno a sus carabineros que desmontaran y se unieran a sus filas de fusileros para formar una apretada barrera humana tras solidas trincheras.
Los eldar siempre habían vencido gracias a sus ataques rápidos y no estaban preparados para hacer frente a la estrategia defensiva de los cardelianos, los disparos de shuriquen rebotaban inofensivos en las pesadas trincheras de los cardelianos y las tropas ligeras eldar no pudieron romper la cadena humana.
Maltrechos y heridos los eldar rompieron filas y huyeron, cruzaron las montañas para encontrar protección en Ariadna, lejos de las tropas cardelianas.
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